Mañana 22 de abril se produce el máximo de las "Líridas" y ya se está anunciando en muchos lugares. Quizás sea porque es la primera lluvia apreciable desde hace 3 meses, pero ya expresé el año pasado mi opinión de que no merecían la pena “Líridas no, …“ .
Si solo tienes curiosidad por ver
estrellas fugaces y pedir algún deseo, lo más probable es que al no poder
acceder a lugares ideales para su observación, y este año con una luna casi
llena, pasarás al menos un cuarto de hora sin ver ninguna Lírida, te cansarás y
te volverás a casa defraudado. Mejor espera al 12 de agosto y verás las
Perseidas, en un número casi 10 veces mayor.
Pero las protagonistas de este
artículo son otras estrellas fugaces, concretamente las Pi-Púpidas, que casualmente
tienen el máximo al día siguiente, el viernes 23. Aunque se esperan aún menos,
si ya has visto alguna vez otras lluvias, quieres sorprenderte con algo
“diferente” y vives en el hemisferio sur, puede merecer la pena tumbarte
y esperar pacientemente hasta ver una luz que se enciende en el cielo, moviéndose
lenta y majestuosamente durante unos segundos antes de desaparecer.
Tengo que escribir sobre ellas
porque prometí que lo haría, y se lo dedicaría a mis lectores del hemisferio
austral, con ocasión de otra lluvia similar hace 6 meses que era favorable para el norte.
Pero no te preocupes si, como yo,
vives en el norte, porque todo lo que ahora leas te servirá por ser casi
idéntico a lo que podrás ver a principio de octubre con las Dracónidas, a las que me refería en el párrafo anterior. Algo
escribí sobre estas en “Efemérides para octubre”
Observé las Dracónidas los días 7
y 8 de octubre de este pasado año, cuando una temperatura excepcionalmente
buena me permitió pasar horas tumbado en una hamaca y mirando el cielo. Vi muy
pocas, pero mereció la pena porque fue la primera vez que pude observar algo
parecido.
Ambas lluvias tienen varias características claras que las diferencian de las demás: Sus estrellas fugaces
presentan una baja velocidad, se ven preferentemente al principio de la noche y
el número es muy variable con posibles picos de mayor actividad cada 6 años, aunque no siempre. Como son temas algo técnicos, los explico en el primer anexo.
Cada lluvia de estrellas está
asociada a un cometa (en ocasiones a un asteroide originado por un cometa
extinto), las partículas que las provocan a las que se les llama meteoroides
(similares a granos de arena que se volatilizan al entrar en la atmósfera) se desprendieron
de esos cometas y siguen aproximadamente la órbita de los mismos, pero un poco
separadas o dispersas en torno a ella.
Los cometas origen de las Pi
Púpidas y las Dracónidas, llamados 26P/Grigg-Skellerup y 21P/Giacobini-Zinner
respectivamente, tienen unas órbitas muy similares pero opuestas, y de ahí
vienen las características de las lluvias de meteoros que originan. Es un tema
enormemente curioso, que yo descubrí de manera casual, pero como es bastante técnico lo incluyo en el anexo
final.
1- Su baja velocidad.
Es habitual que en estas
observaciones de estrellas fugaces alguien grite ¡Otra ahí!, pero no da
tiempo a girar la cabeza, y solo quien estaba mirando en la misma dirección lo
confirma. Con estas sí dará tiempo.
¿Por qué esa lentitud? Porque al
contrario que en la mayoría de las otras lluvias en que la Tierra en su camino
alrededor del Sol choca frontalmente con el meteoroide (la partícula que se
desprendió del cometa quizás hace mucho tiempo y produce el meteoro) que viaja
en dirección diferente a la de nuestro planeta, a veces incluso contraria y por ello la velocidad relativa es grande, en este
caso es un choque por alcance o impacto lateral de algo que viaja casi paralelo
a la Tierra y así la velocidad de impacto es mucho menor, se les ve
moverse despacio y tardan más en vaporizarse en la atmósfera.
Si habitualmente se utiliza el
símil de los mosquitos que se estampan violentamente en el parabrisas de un
coche que representaría nuestro planeta, estos serían como supermosquitos poco
más veloces que nuestro vehículo, que nos alcanzarían y casi se posarían en el
cristal trasero.
En este gráfico se representa la situación, comparándola con la de la lluvia más famosa, la de las Perseidas, que impactan a una velocidad relativa mucho mayor
2- Al principio de la noche.
Tal como he explicado más de una vez, en la mayoría de las lluvias de promedio se ven muchos más meteoroides de madrugada, aunque esto pueda estar enmascarado por la hora en que la Tierra atraviesa la zona de mayor densidad de meteoroides (la hora del máximo) que cada año es diferente: Nuestro planeta en su movimiento de traslación va atrapando “por su zona delantera” a los diferentes meteoroides, y esa zona corresponde a los lugares donde finaliza la noche.
Pero en este caso la hora es
mucho menos intempestiva. El motivo es el mismo que antes: impactan la
atmósfera terrestre casi por detrás según la dirección de la traslación
alrededor del Sol (aunque un poco desde el sur), y ahí están los lugares de la
Tierra en que acaba de empezar la noche.
3- Su número es bastante variable de unos años a otros.
Aunque normalmente no surjan más
de 10 meteros cada hora, la tasa de la Pi Púpidas es bastante variable y en ocasiones superan
los 100.
Eso es debido a las órbitas de
los cometas que las generan, que pasan cada 5 o 6 años cerca de la Tierra dejando meteoros frescos, que al estar sin diseminar llegan a impactar en
mayor número con la atmósfera de nuestro planeta. En esos años es de esperar
una mayor actividad, aunque al no ser muy densas las nubes meteóricas y no
coincidir necesariamente el paso por el nodo con la posición de la Tierra en las fechas
adecuadas, no siempre ocurre así.
Un caso similar muy claro y
conocido es el de las Leónidas, que se pone siempre de ejemplo: Teniendo habitualmente una tasa (THZ) de solo
15 a la hora, cada 33 años se vuelven espectaculares, aumentando a varios miles,
y produciéndose en alguna ocasión situaciones excepcionales (5000 en 1999, 100000
en 1966 o ¡240000 en 1833!)
Imagen que representa la extraordinaria lluvia de Leónidas en 1833 |
En el caso de las Pi Púpidas se
produce una circunstancia muy especial debido a la frecuente variación de la
órbita del cometa (la última vez en 1999), que junto con otras cuestiones
técnicas explico en el anexo final.
En cualquier caso tanto éstas como las Dracónidas y otras similares aún menos activas que citaré
luego, habitualmente dan un pequeño número de meteoros porque los cortos
periodos de sus cometas progenitores han hecho que se desgasten y hayan perdido gran parte de sus elementos volátiles en sus
frecuentes pasos por el perihelio. Son destacables por la calidad y no por la cantidad.
La órbita del cometa progenitor
El cometa 26P tiene unas
características muy especiales (*) en las que se encuentran las claves de la lluvia
de las Pi Púpidas que ocasiona:
(*) O eso pensaba yo, y esta historia me ha llevado a descubrir que existe un numeroso grupo de cometas, de los que no se suele hablar porque no son en absoluto llamativos, con órbitas similares a 26P.
La mayoría de los cometas más conocidos, los que dan espectáculo, pasan mucho más tiempo en uno de los hemisferios eclípticos, precisamente en el que tienen el afelio, y lógicamente se muestran más activos y espectaculares en el breve intervalo en que están en el contrario (cerca del perihelio), como se explicó en “Posiciones orbitales de los cometas” y se ilustra en este gráfico:
- Sin embargo el 26P tiene prácticamente media órbita por encima de la eclíptica y media por debajo, y esto es debido a que sus dos nodos están muy próximos al perihelio y afelio:
- La inclinación orbital (22º) es más bien baja, teniendo en cuenta que las órbitas de estos astros (a diferencia de las de los planetas) están en cualquier plano no necesariamente cercano a la eclíptica, formando ángulos con ella de 0 a 180º (técnicamente de 0º a 360º teniendo en cuenta el sentido del movimiento)
- Pero es
también muy curioso el hecho de que uno de los nodos (el nodo descendente y por
tanto el afelio) está muy cerca de la Órbita de Júpiter mientras que el nodo
ascendente (y el perihelio) está muy cerca de la de la Tierra. Aunque este último actualmente está a 0.12 U.A de la órbita terrestre, ha llegado a estar a solo
0.01 U.A. lo que le colocó como uno de los objetos peligrosos (PHA)
Ello se
agrava porque al poder pasar también muy cerca de Júpiter, tal como se ha
dicho, el planeta Gigante puede modificar la trayectoria de 26P si cuando el cometa se acerca a su afelio Júpiter está también en esa zona de su órbita, habiendo
ocurrido esta circunstancia al menos 4 veces (en 1725, 1922,
1977 y 1999) Afortunadamente la última lo ha
alejado un poco de la órbita terrestre.
Dos cometas emparentados y dos lluvias
relacionadas.
Más curioso aún es que el progenitor de la otra lluvia análoga a
esta, el 21P de las Dracónidas, presenta prácticamente las mismas
características, y todo lo dicho respecto a la posición de los nodos, el
perihelio, afelio, y la simetría respecto al plano de la eclíptica se repite aunque en este caso el nodo próximo al afelio no se acerca tanto a la órbita joviana y no le afectará demasiado. El nodo próximo a la
órbita terrestre del 21P es el descendente y por ello los meteoros que produce se ven
desde el hemisferio norte.
Las aparentemente curiosas analogías en las órbitas de los cometas que producen las lluvias Pi Púpidas y Dracónidas. |
La inclinación orbital de 21P es de 32º, que tampoco es muy diferente del otro.
Sus periodos también son relativamente similares: el de 26P es 5.31 años y el de 21P 6.55, aunque ello es consecuencia de lo dicho respecto a la situación de sus perihelios y afelios, ya que sus ejes mayores tienen una longitud parecida (la suma de las distancias al Sol de la Tierra y de Júpiter). Aunque no parecen números demasiado cercanos, sí lo son teniendo en cuenta la enorme diferencia que se da entre estos tipos de astros (*). Por ejemplo el del Halley es de 75 años y el del Neowise casi 6000 años, o solo poco más de 3 el del Encke, por citar algunos ejemplos famosos.
(*) Sin embargo, como acabo de descubrir, existe un gran número de cometas con un periodo cercano a los 6 años, y hay un motivo para ello.
Otra analogía que me sorprendió cuando casualmente descubrí este tema, es que las posiciones de ambas órbitas son casi simétricas, una enfrente de la otra, y por ello producen meteoros en fechas opuestas del año, aunque esto sí es casualidad.
¡Aún hay más!
Me dí cuenta de las curiosas
coincidencias entre las dos lluvias de meteoros, y luego entre las órbitas de
los cometas progenitores, el pasado verano cuando tras ver anunciadas las
Dracónidas, como “algo diferente a lo habitual”, seguí buscando lluvias que
dieran meteoros lentos.
En un listado no tan completo como el que recojo abajo encontré las Pi Púpidas y las coincidencias me parecieron una tremenda casualidad. Tan enorme, que seguramente debería haber alguna razón para que se produjeran estas circunstancias. Preparé entonces estos detalles y los dejé a la espera de publicación cuando les llegara el turno a las del hemisferio sur.
Pero mientras, he ido buscando en listados más exhaustivos, como éste.
Mi sorpresa aumentó cuando ví que hay otra lluvia similar: las Boótidas, pero con una actividad muy baja (habitualmente solo 1 o 2 por hora, aunque en 1998 fueron 100) que hace que frecuentemente no se cite, y también su cometa progenitor tiene una órbita similar aunque no se acerca tanto ni a la Tierra ni a Júpiter
Este me rompía la supuesta simetría orbital de los dos primeros, y ahora en otras tablas he encontrado las Tau Herculinas y la Phoenicidas. Todas ellas con una actividad muy baja por lo que no suelen aparecer en la mayoría de las relaciones de lluvias anuales, pero también con las mismas propiedades que las anteriores en cuanto a velocidad muy lenta, visibilidad a principio de la noche, THZ variable y órbitas de los cometas progenitores con casi idénticas y extrañas características.
Efectivamente, tenía que haber una
razón para tanta coincidencia: La influencia gravitatoria de Júpiter sobre los
cometas que pasen cerca de él cuyas órbitas iniciales son alteradas y muchos se
quedan “atrapados” en este tipo de configuraciones.
Aunque solo produzcan estrellas
fugaces aquellos cuyo perihelio (y nodo) está próximo a la órbita terrestre (como
he dicho en este gráfico solo se han recogido dos de ellos), parece que existe un gran
número de cometas con el afelio cercano a la órbita joviana.
Se trata de los llamados “Cometas de
la familia de Júpiter”, o de parte de ellos, de los que habrá que hablar en otra ocasión.