Como todo el mundo sabe este año
2020 es bisiesto y como el tema de los calendarios y sus peculiaridades está
relacionado con los astros, voy a aprovechar para escribir sobre ello.
Para no hacer excesivamente largo
este artículo, lo voy a dividir en dos partes que voy a publicar en las fechas
clave: hoy 24 de febrero el primero y el día 29 el segundo.
El origen de la palabra
“bisiesto”
Hoy va la primera parte porque precisamente
el 24 de febrero es el día que se intercalaba en los años bisiestos en
un origen, según el calendario implantado por Julio
César en el año 45 a.C., y de ahí procede el término “bisiesto” que ha derivado del “bis sextus”.
Los romanos tenían un modo muy
particular de nombrar los días de cada mes. Había tres fechas señaladas: El
primer día del mes eran las calendas, el
5º (o el séptimo en algunos meses) eran las nonas y el 13 (o el 15) eran los idus.
Fueron los romanos quienes implantaron el año bisiesto con un día más de lo habitual en febrero, pero no lo añadían al final de mes como se hace actualmente. |
En origen estas fechas
correspondían a fases lunares concretas de un calendario lunar anterior, pero está
claro que con estos números no cuadran y además los romanos prescindieron de
ellas para determinar los meses y ya las habían desajustado totalmente.
Para nombrar el resto de las
fechas se decía el número de días que faltaban para la siguiente fecha
señalada. Así los últimos días de un mes se nombraban según los días que
faltaban para las calendas del siguiente.
Como citaré luego, en el momento
de la implantación de los bisiestos (45 a.C.), el mes de febrero tenía 29 días
y cada 4 años se añadía uno más, quedando en 30.
Por ello, aunque en los años normales de
365 días el 24 de febrero era el "sexto" antes de las calendas de marzo (sextus dies ante calendas martii) y en los años con 366 (los bisiestos, en los que febrero tenía 30) el "sexto" era el 25 y se
añadía un día antes de él (el bis sextus). Este día es el 24, el que iba
después del 23 según la manera nuestra de contar (ya eran enrevesados los
romanos!).
Existe otra versión ligeramente
diferente que explico en el anexo, pero en cualquiera de los dos casos el bi
sextus sería hoy 24 de febrero.
El desbarajuste del calendario
romano
A pesar de que casi todos los
pueblos de aquellas épocas tenían normas claras y precisas para determinar sus
calendarios, y utilizaban meses de 29 y 30 días alternados para ajustarlos al
ciclo de fases lunares, que dura 29.5 días, los romanos se olvidaron de
ello y elaboraron el calendario más anárquico, caprichoso y absurdo, aunque a
la postre haya sido el que ha prevalecido en todo el mundo con ligeras
modificaciones posteriores.
Tanto es así, que incluso no dejaron
claramente escritos los detalles de los sucesivos cambios que hubo en su
calendario a lo largo del tiempo. Parece ser que en algunos periodos las normas
para establecer este calendario eran secretas e incluso en lo poco que se ha
encontrado sobre el tema aparece un documento en el que a alguien se le acusaba
de haber robado dichas normas.
Por ello actualmente hay muchas
versiones diferentes según la fuente que se consulte y aquí recojo en cada
momento la que me parece más lógica y fiable, con la advertencia de que puedes
encontrar otras ligeramente diferentes, sobre todo en lo que se refiere al
número de días de cada mes. En el anexo se recogen otras versiones.
Lo que está claro es que por
culpa de los romanos éste va a ser el post de mi blog que tenga menos detalles
de astronomía, ya que los regidores del gran imperio de aquella época se
olvidaron en gran medida de los astros, que habían sido la base de todos los
calendarios.
El comienzo: Rómulo y los
meses de 31 días
Se le atribuye a Rómulo, el
fundador de Roma según la tradición, un primer calendario que tenía solo 10
meses: empezaba en marzo con el comienzo de la primavera, y le seguían abril,
mayo, junio, quintilis, sextilis, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Seis
de estos meses tenían 30 días y los otros cuatro tenían 31, haciendo un total
de solo 304 días.
Luego había un periodo invernal
sin actividad agraria ni campañas militares, que no se contabilizaba en el
calendario, y con la llegada de la primavera se comenzaba de nuevo con el mes
de marzo.
Nótese que excepto los 4 primeros meses cuyos nombres estaban inspirados en divinidades romanas, el resto se nombraban según el orden numérico (quintilis era el quinto, sextilis el sexto, septiembre el séptimo, octubre el octavo,…)
Nótese que excepto los 4 primeros meses cuyos nombres estaban inspirados en divinidades romanas, el resto se nombraban según el orden numérico (quintilis era el quinto, sextilis el sexto, septiembre el séptimo, octubre el octavo,…)
El mes de 31 días no tiene ningún
sentido, ninguna civilización lo había utilizado hasta entonces, desajustaba
los meses con el ciclo de las lunaciones y la única explicación que he oído,
aunque sea en plan jocoso, es que Rómulo era más chulo que los de Bilbao: “Que
todos tienen meses de 29 y 30 días, pues yo pongo de 30 y 31”. ¡Faltaría más!
Aunque solo sea un chiste, se adecúa a la situación |
Los 12 meses: Se añaden enero y febrero
Fue Numa Pompilio, el segundo rey
de Roma, quien añadió dos meses más, enero y febrero, que quedaban al final del
año, porque éste seguía empezando en marzo.
En este calendario de Numa había
dos aspectos sorprendentes:
Numa Pompilio, quien añadió los meses de Enero y Febrero |
1- Curiosamente entre los 12
meses solo sumaban 354 o 355 días (según las fuentes). Muy posiblemente esto se
debió a que ese era el número de días que tenían todos los calendarios
antiguos, (incluídos los de los pueblos que habitaban esas regiones previamente) que se completaban con 12 meses
lunares, y en ocasiones se añadía un decimotercer mes para ajustarlo con las
estaciones.
Esto hacían también los romanos, porque
cada dos años se debía intercalar un mes de 22 días llamado mercedonius, aunque
según algunas fuentes cada 4 años se añadían 2 mercedonius.
Esta última cuestión discrepante posiblemente
se deba a algunas excepciones o irregularidades porque había una cierta anarquía al aplicar la norma de los meses extra, o incluso se daba una
utilización política y a veces se "olvidaba" su inclusión para acortar el mandato
de ciertos cargos de renovación a principio de año, o podrían añadirse varios
mercedonius para alargarlo.
2- Además parece ser que para los
romanos en aquella época los números pares eran gafes y en este calendario todos
los meses tenían 31 o 29 días (estos de 29 eran los que antes tenían 30)
excepto febrero, que por ser el último solo le quedaron 28, y al tener un
número par de días se le consideraba un mes gafe.
Concretamente el número de días
de cada mes (según la mayoría de las fuentes), y utilizando su nomenclatura
latina, era: Martius 31, apirilis 29, maius 31, junius 29, quintilis 31,
sextilis 29, september 29, october 31,
november 29, december 29, ianuarus 29 y februarius, que por ser el último solo
le quedaron 28
El arreglo de Julio César: El
calendario juliano.
Ante el desbarajuste y la
anarquía en la aplicación de las normas Julio César decidió poner orden y
encargó al astrónomo egipcio Sosígenes que determinara el calendario a partir de la duración real del año, estableciendo unas reglas precisas.
Los egipcios habían sido el primer
pueblo que utilizó el calendario solar con una duración fija que mantuviera las
estaciones y el emperador romano conocía la situación al haber viajado al país
del Nilo por estar en esa época inmerso en la campaña militar de su conquista
(precisamente en esos años se desarrolló su famosa relación amorosa con
Cleopatra, a quien Julio César dio el trono egipcio en el año 47 a.C.), y por eso realizó el
encargo a un astrónomo egipcio.
Imagen que representa a Julio César y Sosígenes |
Se hacía necesaria una reforma
clara porque la dejadez para poner en vigor los mercedonius hizo que los meses
se hubieran desajustado respecto a las estaciones. Por ejemplo en marzo
empezaba el invierno en vez de la primavera, y las campañas militares que por
normativa debían comenzar ese mes, se hacían inviables.
El año 45 antes de Cristo (año 709 desde
la fundación de Roma según la nomenclatura de la época) rigió ya por el nuevo
calendario; empezó en enero, y para que siguieran correspondiéndose los meses
con su periodo estacional (comienzo de la primavera en marzo) al año anterior (el
46 a.C.) hubo que añadirle 80 días. A este año tan largo se le ha llamado el “año
de la confusión” porque nadie sabía por qué duraba tanto o cuando iba a acabar,
aunque algunos autores afirman que esta denominación se puso mucho tiempo
después.
Sosígenes calculó la duración del
año en 365 días y cuarto, y por ello determinó que cada 4 años se completaba un
día más que había que añadir a los 365 que tendrían los años normales. Por
supuesto la exactitud no puede ser total porque la duración del año y el día
depende de los movimientos de la Tierra y no son divisores uno de otro ni puede
haber una relación numérica exacta. Lo contrario sería una extraordinaria
casualidad. Pero para la precisión necesaria entonces era suficiente. En el
siguiente post trataré este aspecto en detalle.
Aunque, como he dicho, se pueden encontrar unas
cuantas versiones distintas en este tema según sus diferentes autores, parece
que la distribución de los días de cada mes se hizo de manera lógica alternando
los 31 y 30 días, según el orden de meses habitual hasta entonces empezando en
marzo, y al último (febrero) solo le quedaron 29 pero en los años bisiestos
tendría 30. También pudo ser que aunque se empezase la serie en enero (que ya
se estableció como primer mes del año), fuese febrero el que se quedara con
menos días de los que le correspondían por su colocación (30), por la costumbre de
que era el que siempre había tenido menos que los demás.
César Augusto también tuvo su
mes
Julio César no pudo disfrutar mucho
tiempo de su calendario porque el 15 de marzo del 44 a.C. (el día de los idus
de marzo) fue asesinado, y de ahí la mala fama de esa fecha romana.
Parece ser que con la muerte de
Julio César la regla de los bisiestos se empezó a aplicar incorrectamente: En
vez de ser un bisiesto después de 3 años normales, interpretaron un bisiesto cada 3
años, y se fueron poniendo bisiestos de más porque debían tener una manera muy
confusa de redactar estas cosas. Según otras versiones, aunque se había
establecido la implantación de los bisiestos cada 4 años, ante la ausencia de
su promotor y siguiendo la costumbre de hacer estas cosas a su aire, fueron poniéndose de manera anárquica.
En cualquier caso, esto fue
corregido por César Augusto en el año 4 d.C., eliminando los días que se habían
añadido de más y fijando claramente la norma de los bisiestos cada 4 años. Así
éste tuvo también la recompensa a su aportación con el nombre de un mes, y sextilis, que había coincidido con la admisión de
Augusto en el consulado y con muchas de las victorias militares, se llamó
agosto.
Parece que surgió un agravio
comparativo, ya que este mes de Augusto tenía 30 días mientras que el de Julio César tenía
31, y por ello se le dio a agosto un día más, de manera que tenemos dos meses
seguidos con 31 días.
César Augusto, quien también intervino en el tema del calendario |
Pero también septiembre tenía 31,
y tres meses seguidos de 31 ya debió parecerles demasiado. Cambiaron septiembre a 30, y los
siguientes fueron alternados octubre 31, noviembre 30 y diciembre 31. Ahí paró
porque ya era el final de año y de esta manera también diciembre y enero
repiten los 31 seguidos.
Con todos estos arreglos se
necesita un día más, que se lo quitaron a febrero, y así se quedó con 28 los
años normales y 29 los bisiestos.
En cualquier caso, tampoco esta
historia de Augusto parece que sea fiable en un 100% porque
hay muy diferentes versiones.
-- Respecto al origen de la
palabra bisiesto (bi sextus) se puede encontrar otra versión ligeramente
diferente que parte de que ya en el momento de la implantación del calendario
juliano febrero tenía 28 días los años normales, pero se argumenta que para nombrar cada día hacían la cuenta de manera inclusiva: contaban los días que faltaban incluyendo el día de la fecha señalada. Así el último día de febrero era el “segundo” día antes de las calendas de marzo porque el “primero” era ya el uno de marzo (el día las calendas de marzo).
Según esto, también el 25 en un
año bisiesto sería el "sexto", y el
intercalado antes de él (el 24) sería el bi sextus y las conclusiones anteriores son válidas.
En algún otro lugar se dice que
el bisiesto se intercalaba entre el 24 y el 25, y también he encontrado otro artículo en
el que se dice que el “sexto” era el día 23 (y se mantiene que febrero normal
tenía 29 días), pero ninguna de estas dos versiones se ajusta a la nomenclatura
y la contabilización de los días, ni se repiten en otros artículos.
Según la versión de febrero con 29 días los años bisiestos y la cuenta inclusiva |
-- Otras versiones en el número de
días de cada mes.
Según algunas fuentes Julio César
dejó la distribución del número de días de cada mes de otra manera diferente a
la que he citado, y febrero ya tenía 28. Pero eso no explica el que el mes de
agosto tenga 31, igual al anterior (que se cita casi siempre como la solución
al agravio comparativo a Augusto) y la alternancia de los siguientes.
Pero también
hay quien afirma (por ejemplo en un artículo de wikipedia) que el mes de
sextilis ya tenía 31 días antes del cambio de nombre y llamarse agosto, y que el
asunto del cambio por el agravio comparativo fue una invención en el siglo
XIII.
Paradógicamente en otro artículo
de Wikipedia, aparecen los meses de quintilis y sextilis ambos con 30 días en
el momento de implantarse el calendario juliano, contradiciendo lo anterior.
Se pueden encontrar otras
variantes, e incluso también en la distribución de días en el calendario de
Numa Pompilio en algún lugar aparecen intercambiados respecto a los que he dado
antes los de septiembre (con 31) y octubre (con 29)
Distribución del número de días de cada mes en el momento de la implantación del calendario juliano, según distintas fuentes. |
-- Aunque pudiera surgir la
pregunta de en qué momento el día extra pasa a colocarse en el lugar 29 en
vez del 24, y aunque en algunos sitios (por ejemplo nuevamente en la Wikipedia) se
dice que fue en el siglo XVI con la reforma gregoriana (de la que hablaré en el
próximo post), en realidad esta discusión no tiene mucho sentido.
Porque lo cierto es que en ambos
casos el mes de febrero pasa a tener 29 días los años bisiestos (a partir del año 4 d.C.) en vez de los 28 habituales y lo único que hay que mirar es a
cómo llamamos a cada uno de los días:
Mientras se utilizase la denominación
romana “antes de las calendas de marzo” el nuevo (el que no estaba antes) es el
colocado en el lugar 24, porque el término “bis sextus” no aparece en los años
normales, pero en el momento en que se nombran de manera ordinal, el que solo
aparece en los bisiestos (el nuevo) es el 29.
Por ello parece evidente que
mucho antes de la reforma gregoriana (en el siglo XVI), ya no se utilizaba la terminología romana
y el nuevo era el 29. De hecho los visigodos dejaron de utilizar la complicada nomenclatura de los días romanos.
-- ¿Por qué se añadía el día
suplementario en el lugar 24 y no al final de mes?
Es una cuestión a la que no he
encontrado respuesta. Desde luego debería ser una fecha especial por algún
motivo, porque aparece también en el año de la confusión en que se añadieron 3
meses. Dos de ellos fueron entre noviembre y diciembre pero el otro se intercaló
precisamente en ese momento, entre el 6º y el 7º antes de las calendas de
marzo.
¿Sería porque fue ese día en el año 46 a.C. cuando el impulsivo Julio César se levantó de la cama decidido a arreglar el calendario y no esperar un día más para empezar a ajustarlo? Por supuesto es solo una idea "a bote pronto" que no tiene ninguna base real.
¿Sería porque fue ese día en el año 46 a.C. cuando el impulsivo Julio César se levantó de la cama decidido a arreglar el calendario y no esperar un día más para empezar a ajustarlo? Por supuesto es solo una idea "a bote pronto" que no tiene ninguna base real.
-- Hay también una discusión sobre
cuándo se pasó el comienzo de año a enero en vez de marzo y se manejan dos
versiones sobre las que muchos historiadores no se ponen de acuerdo:
a) En el año 153 a.C. para
cambiar cuanto antes los cónsules (el relevo se hacía a principio de año)
porque no conseguían doblegar a los guerreros de la zona de Segeda (Aragón) en la campaña en Hispania. De esta manera no había que esperar hasta marzo para nombrar un nuevo cónsul más capaz que pudiera ya ir planeando una mejor estrategia militar.
b) En el año 45 a.C. cuando entró en vigor el calendario juliano.
b) En el año 45 a.C. cuando entró en vigor el calendario juliano.
Es muy posible que ambas fuentes
tengan razón, y durante ese intervalo entre una fecha y otra se utilizaran dos
comienzos de año diferentes, uno para motivos organizativos militares y otro
para festividades o temas cotidianos, siendo Julio César quien unificó la
situación dejando solo el del 1 de enero, según se cita en algún artículo.
En cualquier caso, todo este
asunto de la evolución de nuestro calendario y de los años bisiestos no acaba
aquí. En el próximo post que publicaré el día 29, el de nuestro bisiesto,
continuará la historia, los detalles serán menos ambiguos porque los cambios
posteriores quedaron claros, y precisaré más los cálculos en un artículo con
más contenido astronómico pero con muchas curiosidades “terrenales”.
En este enlace puedes acceder a la segunda parte de este artículo