Después de que anuncié una serie de artículos sobre los
cielos de otros astros del Sistema Solar, y tras el que dediqué
a Mercurio, le ha llegado el turno a Venus, el segundo planeta.
Pero antes de seguir
no puedo dejar de mencionar la noticia que está de actualidad: El anuncio del
descubrimiento de 7 exoplanetas de tipo terrestre alrededor de una estrella a 40 años luz. Alguien me sugirió que
hablara sobre ellos, pero lo único que podría hacer sería recoger y comentar el anuncio
oficial de NASA https://exoplanets.nasa.gov/news/1419/nasa-telescope-reveals-largest-batch-of-earth-size-habitable-zone-planets-around-single-star/ o el artículo publicado en la revista Nature.
Eso es lo que se ha hecho en muchos medios que
podrás encontrar fácilmente porque otra opción, aparte de determinados cálculos sobre dinámica orbital o elucubraciones sin apenas datos reales, no está ahora en nuestra mano.
Quizás con más calma y
analizando despacio los datos, habrá tiempo también de imaginar sus cielos.
Si en el anterior post de esta serie escribí sobre las muchas
paradojas que presentaba el cielo de Mercurio, quizás sea Venus el que nos
muestre una aún mayor. Una paradoja no deseable para tí, amigo(a) lector(a), que
has empezado a leer este artículo, y para mí, que me he impuesto la tarea de
escribirlo.
Porque Venus, el lucero del alba, a quienes los antiguos
griegos y romanos asignaron el nombre de la diosa de la belleza y el amor por
ser el astro más fotogénico de nuestro cielo, que habitualmente nos ofrece unas
preciosas postales en el momento mágico de los crepúsculos, es el astro del sistema solar que tiene el
cielo menos atractivo de todos.
Por si esto fuera poco, es uno de los lugares más
inhóspitos, muchas veces comparado incluso con un auténtico infierno.
En Venus nunca florecería la astronomía
Debido a su densa atmósfera, desde la superficie de Venus no
se podrían ver los astros en su cielo. La claridad del Sol seguramente se
intuiría, pero desde allí nunca se puede ver ningúna estrella ni ningún otro
astro.
El prestigioso astrónomo y divulgador Carl Sagan escribió en
su obra “Cosmos”, la frase que he puesto en el encabezamiento.
Dicho esto, este post debería acabar ya, porque parece que
poco más se puede decir sobre el cielo del segundo planeta. Pero si lees
asiduamente este blog ya sabes que eso es imposible. Su autor es incapaz de
publicar algo tan cortito.
Mi propuesta, entonces, es ascender hasta el borde exterior
de su atmósfera y, ya sin ese obstáculo, mirar hacia arriba.