Este post es
continuación del anterior, donde hablé de los eclipses de este año, y en
especial del primero de ellos, el penumbral de Luna que ha ocurrido entre la
publicación de aquel y éste artículo. Si no leíste aquel, convendría que lo
hicieras antes que éste, clicando en este enlace.
Tuve mucha suerte y pude verlo.
Tal como tenía previsto, ayer de madrugada me levanté 15
minutos antes del máximo del eclipse (en mi reloj era a las 1:44 y en T.U a las
0:44) y se veía una Luna esplendorosa con la parte superior ligeramente más
oscura, en el centro de un enorme claro entre las nubes. Como “era de esperar” las
nubes se fueron acercando a la
Luna , pero “Murphy (el de la odiosa ley) no fue lo
suficientemente rápido” y no la taparon hasta unos segundos después del máximo.
Tampoco era decisivo porque los cambios son muy paulatinos y en esos minutos no
se apreciaron.
11-2-17, 0:44 T.U. en el momento del máximo del eclipse penumbral de Luna, desde Bilbao. |
En esta imagen se puede apreciar el diferente efecto de la
penumbra según la zona y todas sus distintas intensidades, desde el borde
superior que está muy cerca de la sombra, hasta el extremo inferior que está
justo en el borde de dicha penumbra. Tal como dije, el efecto de la penumbra
disminuye muy rápidamente al alejarse de la zona de la sombra.
La imagen está sin modificar el contraste, como lo vio mi
cámara.
Tal como anuncié, a simple vista parecía mucho menos contrastada, mucho
menos oscura la parte superior de la
Luna , pero eso es
culpa de nuestros ojos o nuestro cerebro (en eso no soy experto), que se adaptan para apreciar mejor
todas las zonas con diferente intensidad lumínica, en cualquier situación o
imagen. Esto es muy fácil de comprobar si hacemos una foto a contraluz, o en un
lugar con sombras pronunciadas y comparamos lo que vemos nosotros y lo que sale
en la foto. La cámara es objetiva, nuestra visión no.