Es muy posible que alguna vez lo hayas visto cuando estabas
mirando los astros, o simplemente tenías la vista en parte por encima del
horizonte. De pronto, una intensa luz se enciende, manteniéndose durante unos
breves segundos antes de desaparecer.
Mucho más potente que cualquier estrella o planeta, puede verse incluso desde las ciudades con gran contaminación lumínica porque su brillo puede superar la magnitud -8. (Como el brillo de una fina luna creciente pero concentrado en un solo punto). Los más brillantes teóricamente podrían verse a simple vista de día, aunque en este caso la dificultad está en saber exactamente dónde aparecerá, ante la falta de referencias.
Si
estabas en un lugar con un cielo limpio, antes del fogonazo podrías haber visto
la típica débil luz de un satélite artificial que va moviéndose, y cómo de
pronto la luminosidad aumentaba enormemente, mientras que después del destello puede seguir viéndose moverse muy débil. Pero lo habitual es que solo se vea el
fogonazo.
Es
un “iridium”
Aunque
pudiera pensarse que estos fogonazos están programados y tienen una finalidad
concreta, lo cierto es que son fruto de la casualidad.