Al
principito, de la obra de Antoine de Saint Exupéry, que vivía en el asteroide B612,
cuando estaba triste le gustaba ver puestas de sol sentado en una
silla.
Pero
no se conformaba con una, sino que veía varias seguidas, en una ocasión
hasta 43, un día que debía estar realmente muy triste
El principito podía hacerlo con solo adelantarse un poco tras haber contemplado como se iba el Sol
porque la curvatura de su pequeño asteroide le permitía ver de nuevo al astro
rey retroceder ascendiendo sobre el horizonte por donde se acababa de ir
mientras él se movía con la silla hacia adelante, hasta un lugar en que todavía
fuese de día, y volviendo a sentarse le veía nuevamente cómo se ponía.
Hay que reconocer que las puestas de sol son estéticas, y tienen un punto casi mágico con el paso del día a la noche. A mí siempre me había dado mucha
envidia el principito, hasta que hace poco caí en la cuenta de que nosotros
también podemos ver varias puestas de sol seguidas en nuestro planeta si buscamos
un sitio adecuado, aunque a diferencia
de él deberíamos mover la silla hacia atrás.
Si
tu motivación es la misma que la del personaje de Saint Exupéry, espero que no
lo hagas muchas veces. Desde luego el principito podría hacerlo sin límites,
pero nosotros no, y no solo por la incomodidad de caminar llevando la silla
hacia atrás con el riesgo de tropezón.