domingo, 15 de enero de 2017

Desde el primer planeta (1)

Con esta entrada comienzo una serie de artículos sobre cómo se ve el cielo desde otros astros del Sistema Solar, tal como  prometí  el mes pasado en el post “Cielos de otros mundos”.  

La mecánica celeste y el espectáculo que hipotéticamente podríamos observar desde esos lejanos lugares, en ocasiones son muy distintos  a lo que vemos desde la Tierra.  Algún ejemplo concreto ya ha aparecido en este blog de manera aislada, pero ahora voy a recorrer de forma más sistemática algunos cielos del Sistema Solar y el primero debe ser el de Mercurio, mi planeta preferido.
Irán apareciendo luego los de otros astros, pero alternados con otros temas porque en la variedad está el atractivo de este tipo de blogs.

Mercurio y la Luna el 15-8-2012 desde Araúzo de Torre.
Si Mercurio es el planeta más esquivo, y en parte por ello su localización y observación en los cielos crepusculares siempre es muy llamativa, mucho más lo sería la observación del cielo desde allí a pesar de no tener satélites, no cambiar el color de su cielo, ni verse ningún astro en fases tan fotogénicas como la Luna de la imagen


Un planeta con un cielo paradógico
Mercurio es un planeta muy especial y en muchas circunstancias diferente de los otros 7 debido fundamentalmente a su proximidad al Sol.

Es el único que prácticamente no tiene atmósfera (posiblemente por haber sido barrida por la radiación solar), sus dos movimientos tienen duraciones extremas: el periodo de traslación más rápido de todos y una lenta rotación (solo Venus gira sobre su eje más despacio) y también tiene la órbita más excéntrica. Así mismo es el único planeta cuyo eje de rotación no está inclinado.
Ello da lugar a que se produzcan unas cuantas paradojas, la mayoría de ellas en la mecánica de su cielo que ahora es lo que nos interesa

A continuación aparecen varias de estas circunstancias. La explicación de algunas, que están relacionadas con los movimientos del planeta, las dejo para el habitual anexo después del rombo (que en este caso publicaré de manera separada dentro de unos pocos días) porque pueden ser algo técnicas. Las marco con un asterisco (*)

1- Mercurio es el lugar del Sistema Solar en cuyo cielo el Sol brilla con más fuerza y aparece más grande, pero a pesar de eso pueden verse las estrellas también de día.

El tamaño del Sol evidentemente es debido a la cercanía. A causa de la excentricidad de la órbita, varía bastante, entre 1,14º y 1,73º. El que se vean siempre las estrellas y el brillo excepcional del Sol (además del tamaño) es debido a que no tiene prácticamente atmósfera que difunda la luz solar. Lo mismo ocurre en la Luna, y tanto en eso como en el aspecto de su superficie son astros muy similares.

Imagen supuesta del cielo de Mercurio con el Sol en su máximo tamaño aparente y las estrellas sobre un cielo negro. En el recuadro superior el tamaño del Sol visto desde la Tierra.
La imagen es solo un gráfico esquemático que recoge estas circunstancias y no una representación realista del aspecto del paisaje o el cielo de Mercurio.

2- En algunas zonas del primer planeta el Sol sale dos veces cada día pero en la mayoría de los lugares solo sale una vez cada dos años.

La extraña circunstancia de los dobles amaneceres y dobles puestas de Sol en las cercanías de los meridianos 90º y 270º lo explique en el post “Algo extraño está ocurriendo en Mercurio”, y la segunda parte de esta paradoja aparecerá en el anexo de este post.(*)

3- La duración del día en Mercurio según algunas fuentes es el triple de lo que se dice en otras, y ambas podrían considerarse “correctas” siendo benévolos. (*)

Ambos datos contradictorios se repiten en otras muchas webs

4- Es el planeta más rápido, pero desde su superficie se verían moverse los astros en su cielo más lentos que desde la de cualquier otro planeta.

La primera circunstancias es debido a que tiene la órbita más pequeña que es recorrida en solo 88 días terrestres, y la segunda a que su rotación es muy lenta.
En este segundo aspecto he hecho un poco de trampa para redondear el enunciado. En el cielo de Venus los astros se mueven aún más despacio, pero debido a su densa atmósfera no son visibles desde la superficie del planeta


5- Aunque todos los astros en su cielo se desplazan de Este a Oeste, el más brillante de todos a veces se mueve para atrás, y en total tarda tres veces más en cruzar el cielo que las estrellas (*)


6- Aunque Venus y Marte se acercan a la Tierra mucho más que él, si en un viaje imaginario en una fecha elegida al azar llegásemos a otro planeta (bien a su superficie o en una órbita baja para evitar las nubes) provistos de un telescopio para observar el cielo, lo más probable es que ese día fuera en Mercurio desde donde se viese más grande nuestro planeta azul.

Esta circunstancia es consecuencia de que en la mayoría de las ocasiones Mercurio es el planeta más cercano a la Tierra como expliqué en la entrada más leída de este blog.


7- Desde la Tierra, Mercurio es el más difícil de observar, pero desde allí nuestro planeta brilla espectacular en su cielo y es visible todas las noches y todos los días.

Mercurio es difícil de observar desde aquí por ser el planeta más interior, pero desde allí la Tierra es planeta exterior, se verá en plena noche, magnífico cuando esté en oposición. Además y por lo dicho antes también se verá de día, moviéndose delante o detrás del Sol. Sin embargo también aquí hay una pequeña trampa en el enunciado porque las noches y los días son tan largos que en la mayoría de ellos la Tierra pasará por su oposición. 
Por supuesto, no será visible cuando se encuentre exactamente al otro lado del Sol (en conjunción vista desde allí) o muy próximo a esta posición. Pero eso solo ocurre durante una pequeña parte de la noche o del día.

8- Aunque es el planeta que se mueve de manera más irregular alrededor del Sol, visto desde cualquier lugar de Mercurio, el astro rey describe todos los días el mismo recorrido respecto al horizonte, sale (y se pone) siempre por el mismo punto y no hay estaciones.

La segunda parte es consecuencia directa de que su eje está situado perpendicular a su plano de traslación, siendo el único caso entre los planetas del Sistema Solar.
Su movimiento irregular en velocidad y en distancia al Sol es consecuencia de la excentricidad de su órbita y no tiene nada que ver con la posición del eje.
Si desde un lugar de Mercurio viésemos salir el Sol, estaríamos seguros que desde allí todos los días aparecería por el mismo lugar, lo que no ocurre en ningún otro planeta ni satélite del Sistema Solar. Imagen tomada de Stellarium

9- Hay lugares en Mercurio desde los que nunca se ve el Sol, y otros desde los que se ve siempre.

La rotación de un planeta origina el día y la noche. Pero visto desde el polo, el Sol se mueve paralelo al horizonte siempre a la misma altura y es día perpetuo en primavera y verano y noche perpetua en otoño e invierno.
Como se acaba de mencionar, en Mercurio el eje no está inclinado, no hay estaciones y desde el polo el Sol se mueve siempre rozando el horizonte. En el fondo de un cráter situado cerca del polo nunca llega la luz solar y en la cima de un monte de esa zona de altura mayor que otros cercanos, siempre será de día.
El eje de la Luna está muy poco inclinado respecto a la eclíptica (solo 1.5º, y eso a pesar de que la inclinación de la órbita lunar respecto a la eclíptica es de más de 5º), y en nuestro satélite se han encontrado cráteres cuyo fondo siempre está en oscuridad, pero no picos de luz perpetua.
En Mercurio necesariamente tiene que haberlos. 

En algún lugar cercano al polo (a cada uno de los dos polos) dependiendo de la orografía, de la altura y situación de los montes o crestas de cráteres de la zona. Si imaginamos un plano perpendicular al eje de rotación que toque al planeta, como en la imagen, el punto de tangencia recibirá la luz del Sol siempre.

Situación esquemática de la iluminación que recibe Mercurio del Sol, su eje vertical y la seguridad de la existencia de lugares permanentemente iluminados.


10- Aunque Mercurio es mi planeta preferido por su sorprendente mecánica celeste, tengo que reconocer que tiene su parte negativa: (para mi una paradoja más) Es el único mundo del Sistema Solar cuyo cielo nunca está adornado por ningún astro en fase apreciable.

Desde la Tierra vemos las fases de la Luna, y con un telescopio también se aprecian las fases de los planetas interiores, Mercurio y Venus. Los planetas exteriores apenas tienen cambios en su fase siempre casi llena, como se aprecia en el siguiente gráfico.
Representación de las posiciones y forma de las fases de Venus vistas desde la Tierra y las posiciones de Marte, siempre en fase casi llena.
En el gráfico la mitad iluminada de cada planeta aparece en color más claro.
Mercurio no tiene satélites ni planetas interiores y en su cielo no se pueden encontrar esos adornos que aparecen casi siempre ilustrando imágenes de supuestos mundos lejanos. 
Incluso todos los satélites en el Sistema Solar ven a su planeta mostrando diferentes fases.

  
Debido a que estos días estoy muy atareado, de momento dejo aquí el tema. 
El anexo (ya habitual, precedido del rombo) con las explicaciones que faltan, indicadas con (*), aparecen en la segunda parte de este artículo.

Todas esas cuestiones están relacionadas con las especiales circunstancias que se dan en los movimientos de rotación y traslación del primer planeta, que en mi opinión originan las situaciones más sorprendentes.

Ya lo puedes leer esa segunda parte en este enlace.

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