jueves, 28 de abril de 2016

Trabajar en el cielo

Otra vez he cambiado de idea a última hora. Hoy pensaba publicar una entrada sobre el próximo tránsito de Mercurio, pero esta mañana me ha ocurrido algo que me ha hecho retrasar un par de días la aparición de ese artículo (todavía estamos bien de fechas) y contaros esto, diferente de lo habitual.

En el tercer planeta existe un grupo de personas privilegiadas. No son muchas, pero como yo formo parte de este “escogido” grupo, voy a hablar de ellas.

Son aquellas que trabajan en lo que les gusta.

No me refiero a quienes están contentos con su trabajo, que se sienten afortunados porque se comparan con esos otros a quienes ven todo el tiempo protestando por las condiciones laborales o por tener que aguantar diariamente a los pelmas de sus compañeros o al estúpido de su jefe.
Estoy pensando en quienes tienen una gran afición en su vida, incluso una verdadera pasión, y precisamente en su trabajo se dedican a eso. ¡Y encima les pagan!

Esas personas que, como todo el mundo a partir de una edad, suelen acabar cansadas físicamente al final de la semana y agradecen un descanso. Incluso a veces unas vacaciones, pero que cuando éstas se prolongan notan que les falta algo y hasta somatizan enfermedades que curan milagrosamente al volver al trabajo.

Cuando alguien me pregunta dónde trabajo, frecuentemente mi respuesta suele ser “Yo trabajo en el cielo”

Mi cielo
Y es verdad, por dos motivos: Mi lugar de trabajo es una sala llena de astros: Planetas, estrellas, el Sol, asteroides, la Luna, … en definitiva, EL CIELO.
Además, el trabajo que desarrollo es lo que más me gusta hacer. Tanto es así, que muchas veces lo he hecho por ahí, gratis, metiendo horas extras no remuneradas en mi puesto anterior (hace ya unos años), o en fines de semana o en vacaciones.


Mi pasión no es solo la astronomía, sino, sobre todo, enseñar astronomía. Y casi obtengo más placer viendo como otros aprenden de mis explicaciones, me preguntan y se sorprenden de lo que les cuento, que cuando, telescopio en ristre consigo ver, por ejemplo, la finísima imagen de Venus en pleno día en el momento de la conjunción inferior,  y cerca de él a Júpiter y Mercurio, brillando éste último más que el otro, e incluso descubro la razón de esa extraña circunstancia, como me ocurrió este pasado verano.

O cuando, armado de lápiz, papel y una calculadora, encuentro el motivo de que todos los simuladores me digan que la reciente aparición vespertina de Mercurio en el hemisferio Norte es la mejor de este y próximos años, aunque la lógica parece decirme que la fecha y la inclinación de la eclíptica deberían concluir otra cosa. 
Pero la satisfacción de contarlo es casi mayor que la de calcularlo.


Entré a trabajar en el cielo hace casi 9 años, tras haber pasado otros 7 en el durísimo purgatorio, después de que me ofrecieran mi actual puesto de trabajo y aceptase encantado, pero circunstancias administrativas, de acuerdos políticos y de otra índole, impedían mi toma de posesión. (Sí, aquí tampoco se acababan de poner de acuerdo el partido que gobernaba el municipio y era propietario del local y el titular de la consejería que debía gestionar su funcionamiento)
  

El Aula de Astronomía de Durango  es un centro de divulgación y enseñanza de la astronomía muy modesto en cuanto a instalaciones y personal, a donde acuden diariamente (tengo la agenda a tope, se nota que es gratis) escolares de todas las edades, grupos culturales, asociaciones de toda índole y grupos de jubilados, para que les cuente algo sobre los astros.
Dispongo de materiales en apariencia sencillos, muchos de ellos realizados artesanalmente por mi alumnado de la época anterior pero enormemente valiosos, algunos de diseño propio ad hoc, para visualizar algún fenómeno o característica en concreto, y por ello posiblemente únicos. Además han gustado mucho a los jurados de varios concursos de “materiales y propuestas didácticas” a los que les hemos presentado, otorgándoles diferentes premios.
En el anexo, después del rombo, pongo algunos ejemplos. 
Pero eso es lo de menos.



Lo que me ha impulsado, de repente este mediodía, a escribir esto, es un plus que tiene mi trabajo, si aún puede ser más gratificante después de lo que he dicho: el trato con las personas que acuden a aprender cosas sobre los astros.

Hasta ahora, desde los 4 a los 84 años. Aunque si alguien tiene más edad también puede acudir. En principio la instalación estaba dirigida a estudiantes de ESO y Bachillerato (edades con las que yo tenía experiencia) y tercer ciclo de primaria (porque de alguna manera me lo impusieron). 

En una ocasión, unos profesores de preescolar me pidieron cita para ir con sus niños y niñas de 4 y 5 años, “porque están muy interesados en el tema, y estamos trabajando en clase en un proyecto de astronomía”. Sorprendido, solo se me ocurrió sugerirles que antes se pasaran ellos por el aula y si veían algún material adecuado para hacer alguna actividad con sus jovencísimos alumnos, adelante. 

Algo hicimos, y se fueron muy contentos.

Por supuesto no es lo habitual, pero visto lo visto ya no digo que no a ninguno de los numerosos grupos de 2º de primaria (8 años) que lo solicitan, para quienes ya tengo preparadas una serie de actividades con las que, al igual que yo ,“han aprendido mucho” según la opinión a posteriori de sus profesores, o con las que “se lo han pasado muy bien”, según la mía.


A esa edad son muy cariñosos-as, y no me he sorprendido cuando más de una vez, al acabar la sesión y preparar la vuelta a su centro, alguno me ha pedido: “musu bat” (en euskera, “un beso”). Entiendo que están bien enseñados en casa para que cuando se despidan en cualquier lugar, haya reparto de besos.
En esas circunstancias, yo me pongo de lado, quieto, y le dejo que me bese en la cara, no vaya a ser que “tal como está el patio hoy en día”, me saquen cantares.



Pero ayer, con un grupo de esos de los 8 años, ya preparados en fila, en orden de marcha para volver al cole, les pregunté como siempre “si les había gustado”, y como habían estado muy curiosos, lo típico a esa edad, “que cuantos alienígenas has visto con tu telescopio, que si eso de los agujeros negros, o los gusanos…”, añadí: “¿alguna cosa más?”. Y una niña se sale de la fila, me dice: “Si, espera”. Viene y me da un abrazo, del que a duras penas conseguí escapar porque no acababa.


Lo de hoy ha sido diferente. También de segundo de primaria, de otro colegio distinto. Una niña aparentemente con alguna deficiencia (no parecía nada severo, pero venía acompañada por una cuidadora), se ofrecía la primera cuando yo pedía un ayudante, no paraba quieta en el planetario y tuvieron que llamarle la atención… 
Cuando les digo que ya hemos acabado, ella dice que no. ¡Que no se va al cole! ¡Que se queda conmigo! Casi se puso de rabieta mientras yo cerraba apresuradamente la puerta metiéndome dentro.    ¡Gajes del oficio!


Como advierto casi siempre, lo importante ya lo has leído.
Lo que aparece a continuación es solo un anexo “para rellenar”, pero ya que he hablado de “mi cielo” particular, lo ilustro con algunos detalles de lo que hay allí.


En el Aula de Astronomía de Durango tenemos muchas cosas "de las habituales", y además algunos módulos “diferentes” de diseño propio y elaborados artesanalmente por mí y mi antiguo alumnado de ESO y Bachiller, en Sestao.  Entre ellos:

- Dos simuladores con los que se aprecian los movimientos aparentes del Sol y las sombras que se producen, según la estación, desde nuestra latitud (uno de ellos) y desde cualquier otra latitud. 
Permiten visualizar el sol de medianoche, los diferentes lugares de salida y puesta del Sol o recorrido según fecha o latitud, ... el funcionamiento de los relojes de Sol que solo será correcto con el gnomon debidamente colocado e inclinado, o las cónicas que trazan los extremos de las sombras a lo largo del día (hipérbola, parábola, elipse, circunferencia, o en los equinoccios una recta)

Por cierto, uno de estos módulos ha ganado un concurso de nivel internacional y lo llevaron a una feria didáctica en la sede de la Agencia Espacial Europea en Holanda.

- Maquetas tipo telurio para visualizar las diferencia entre “rotación y día”, la rotación síncrona o las extraordinarias resonancias en los movimientos de Mercurio (2 años=un día=3 rotaciones)

- Una amplia colección de relojes de sol, fijos y portátiles. Entre ellos:
    * El primer reloj solar “verdaderamente” digital, que yo tenga noticia, diseñado y elaborado en el instituto de Sestao hace más de 15 años cuando no existían las impresoras 3D, y del que aquí espero hablar pronto aunque sea en tono jocoso ante los pretenciosos recientes creadores del “único reloj posible que haga esto”, y que tiene menos prestaciones que el nuestro.

   * El primer reloj solar “con las agujas móviles  habituales, horario y minutero”, que yo tenga noticia, que se pone en hora él solo a partir de la posición del Sol y sigue funcionando como sus congéneres hasta que se nubla. Pero luego, cuando sale el Sol otra vez, se vuelve a poner en hora.

- Maqueta tridimensional de las órbitas de algunos asteroides peligrosos, mediante la que se entiende perfectamente por qué Apophis impactará con la Tierra (si nadie lo impide) necesariamente un 13 de abril (con corrección de precesión), de dentro de ¡quien sabe cuántos! siglos, esperemos que sean muchos. 
Dicha maqueta permite el estudio y visualización de "aspectos técnicos" como los parámetros orbitales de la excentricidad, longitud del nodo, inclinación de la órbita, argumento del perihelio, … además de la situación de las órbitas de los asteroides NEO.


- Algunas otras "cosas raras", como unas maquetas fijas y móviles que reproducen diferentes circunstancias, por ejemplo, los movimientos y las extraordinarias interacciones gravitatorias con la Tierra, con cambios de órbita incluídos (que impiden que se marche o que choque con nuestro planeta), de 2004 GU9, el asteroide amigo, a quien también le he dedicado un post. y de otros astros sorprendentes y motivadores





Y muchas bolas de porexpan, plastilinas, globos, básculas, metros, recortables, … para que niñas y niños (y a veces también los mayores)  jueguen y seguramente también aprendan algo.

2 comentarios:

  1. Me has dejado con ganas de ir de visita...pero estoy al otro lado del mundo.

    Felicitaciones.

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  2. Muchas gracias, Gabriela. Si alguna vienes al otro lado del mundo, estás invitada a visitar el cielo. Y de todas formas, hay muchos cielos en todos los lugares del mundo, aunque no tengan estrellas. Solo hay que encontrarlos.

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